lunes, 25 de abril de 2011

Lavandería




Para ver cosas interesantes hay que ir a lugares interesantes. No hay mejor forma de poder echarle un vistazo a la vida privada de los neoyorkinos que ir a una lavandería. No hay mayor invasión de privacidad que ver la ropa sucia de los demás.

Entrar en una lavandería en Nueva York es entrar en un mundo extraño. Las lavanderías están llenas de vida productiva, pero son uno de los pocos lugares donde se puede perder el tiempo estando ocupado. Una vez que la ropa está lavándose no hay absolutamente nada que hacer. La lavandería te obliga a quedarte quieto. Es como ir al cine a ver una película en una pantalla circular. Cada colada tiene su propia historia, sus propios actores, su propio final.

Te puedes encontrar con dos amigas que se citan regularmente y no dejan de charlar sobre sus vidas controlando la máquina de cambio y el dispensador de jabón a la perfección. Un estudiante que acaba de dejar el nido y no deja de mirar a su alrededor en busca de pistas para usar la lavadora. Una mujer que dobla ropa y habla sola porque ahora lo único que quiere son las respuestas que busca. Un desesperado que no sabe si las bragas de raso de su novia van con la ropa blanca o con la de color. Uno que olfatea una camiseta justo antes de introducirla en la lavadora por si acaso se le puede sacar partido un día más. Uno que sigue las reglas escrupulosamente y nunca mezcla las sábanas y las toallas con el resto de la colada. Un que lo mezcla todo para ahorrar tiempo y dinero. Una que usa el prelavado esperando sacarle el olor a las sábanas tras un rollo de una noche. Uno que desconoce lo desastroso que puede llegar a ser mal uso de la lejía. Uno que no se decide a pedirle a su novia que se vaya a vivir con él y mira la lavadora de la misma forma que mira a su nueva vida: dos vueltas hacia la derecha, dos vueltas hacia la izquierda, se para...Una mujer que se siente vulnerable ante sus manchas. Una jovén que se emociona al encontrar  restos de su última relación entre la ropa y empieza a llorar cuando empieza el centrifugado.

Una lavandería, un montón de ropa sucia que hay que lavar, secar, doblar y guardar. Como un montón de vida

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por ese That´s life, la mañana empieza distinta escuchandola... y las lavanderías, donde se pierde tanto tiempo como calcetines, donde hay tanto que aprender.

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  2. La ropa sucia tiene mucha lectura
    La bolsa de la basura mas

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