miércoles, 13 de junio de 2012

Fiesta del Siglo




Con mucho dinero en el bolsillo y mucho tiempo en las manos, Truman Capote organizó una fiesta para regalarse un detallito por todos los años de duro trabajo que pasó escribiendo "A Sangre Fría."

Su "Desayuno con Diamantes" ya le había subido a la ola de la fama, Capote no era ningún desconocido en los círculos artísticos y sociales más importantes de Nueva York. Era un gran manipulador, pero nada le promocionó más que aquella fiesta en 1966 en el hotel Plaza de Nueva York. Quizás esa fiesta haya sido su mejor trabajo y quizás la mejor o al menos la más famosa despues de La Ultima Cena.

En una lista elaborada a mano estaban los 540 nombres de los socialites de Nueva York, ídolos de Hollywood, escritores, artistas, políticos, princesas europeas y hasta el portero de Capote. Con aquella fiesta Capote se hizo cientos de amigos y miles de enemigos.

Vestidos en blanco o negro por petición del anfitrión y obligados impertinentemente a llevar máscaras, los elegidos bajaron de sus limusinas cegados por las bombillas de los flashes de los periodistas y curiosos. Las máscaras anulaban el poder de la fama de algunos invitados e hacían irreconocibles a otros. Norman Mailer se la quitó y criticó la nueva novela de Capote con su cándido comentario  "ésto muestra que ya no soy el mayor ladrón de América." Andy Warhol se negó a ponérsela. Una Mia Farrow irreconocible, no por la máscara sino por su nuevo corte de pelo pixie, entró del brazo de un Sinatra a quien se esperaba como a un dios.

"Ya os encuentro una mesa, conozco a todos los camareros" dijo Sinatra mientras se abría paso entre la multitud por el lobby del hotel. Ni Mia se apartó de la pista de baile ni Frank de su botella favorita, un Kentucky bourbon llamado Wild Turkey.

A eso de las las 2:45 de la manana Sinatra cantó la nota final de la fiesta al anunciar que se marchaba para seguir la parranda en el bar Jilly's.

Para tratarse de un chaval pobre de Alabama dicen que la fiesta no estuvo nada mal, sobre todo porque nadie había hecho una mejor.


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