Roxanne

En algunos locales de Manhattan se montan verdaderas fiestas en los cuartos de baño de las chicas. A veces el ambiente en el baño supera con creces al ambiente de hay afuera. Si necesitas usarlo y ves que está abarrotado no te preocupes, no te vayas, espera. Unete a la fiesta! La cola se va a mover más rápido de lo que te imaginas. Hay muchas mujeres que están ahí sólo para ajustarse el escote, retocarse el pelo, pintarse los labios o asegurarse de que no tienen ningún resto de lechuga entre los dientes. También es común escapar al baño para maquinar el plan de huída en caso de estar en una cita desastrosa.

Fue en el baño de Joe’s Pub en Manhattan hace un año donde conocí a Roxanne. Aquella mujer estaba desesperada. Inclinada sobre el lavabo, sostenía una copa vacía  mientras se miraba fijamente en el espejo como pidiéndole  respuesta a una plegaría.  “Mala cita?” le pregunté, “sí, para ésta no hay solución, no me gustan sus zapatos y lleva laca en el pelo.” “Cita a ciegas?” añadí, “no, le conocí en el hospital, es cirujano, le operó a mi abuela de una hernia, cuando salió del quirófano iba cubierto de los pies a la cabeza…quién me lo hubiera dicho!”  La situación no era como para tener un vaso vacío en las manos, esa chica necesitaba un cosmopolitano. 

Me dirigía a la barra cuando no pude evitar mirar hacia una mesa donde estaba sentado un hombre. En efecto, aquello era más grave de lo que me imaginaba. Ese hombre era como un contrato listo para ser firmado, pero con una clausula en letra pequeña que era innegociable. Una ex-mujer, una prole de hijos, deudas con la mafia, una adicción…Cualquier cosa hubiera sido preferible a esos zapatos. Las mujeres no tenemos tiempo para ese tipo de altruismo.

A veces pienso en Roxanne. Estará condenada a vivir sin pareja por ser demasiado exigente? Y cuando pienso en ella siempre me viene a la cabeza esta canción…