Los edificios en Harlem son de ladrillo y piedra, sus calles largas y anchas, pero Harlem es mucho más que éso. Harlem es lo que había y hay dentro de él. En los años 20 Harlem se convirtió en uno de los centros más importantes de la cultura en Nueva York y en la capital negra del mundo. Una jungla de cemento que habia echado raices en un campo de algodón encontró a un público blanco que abrazó sus ritmos, su arte y su literatura. El orgullo y la solidaridad culminó en el Renacimiento de Harlem de los años 20.
En The Cotton Club se juntaban los blancos más famosos, más distinguidos y más influyentes para ser entretenidos por músicos negros. En The Savoy Ballroom blancos y negros swingeaban juntos y revueltos. En el Apollo nacían estrellas. En el teatro Lafayette se interpretaban papeles que rompían con los estereotipos. En el Lincoln Theater el piano de Fats Waller ponía sonido a imágenes en silencio.
La expresión personal y la creatividad y un espíritu de sobrevivir en un mundo de discriminación y miseria econónomica empujó a muchos a crear la primera comunidad negra donde podían vivir con cierta dignidad y reconstruir una cultura. Algunos dicen que se vivía mejor cuando su alma y su piel era negra. En Harlem la gente lo ha pasado mal, pero definitivamente se lo ha pasado también muy bien. ¿Cómo es posible que una comunidad sin comida que poner sobre la mesa y sin un duro en el bolsillo suene tan feliz? Porque el Gospel y el jazz son expresiones hechas por y para aquellos que han decidido sentirse bien a pesar de su condición.
Cuando se ponga el sol os recomiendo que vayáis a Harlem. La noche es su mejor legado.
Uno pasea por Harlem y siente el peso de la historia, todos los acontecimientos que han vivido éstas calles mágicas, tantas leyendas... puede decirse que todas las esquinas tienen su historia (aunque no siempre sus actuales moradores han sabido preservar la historia del barrio). Adoro el jazz y adoro Harlem.
ResponderEliminar