"Ya no se vive el cine como antes", me dice Meyer Ackerman, dueño del East 86th St. Cinemas y el Carnegie Hall Cinema en Nueva York, con un vaso de Chianti en una mano y un rollito de higo, prosciutto y gorgonzola en la otra.
Ayer fui a ver "Matrimonio All'Italiana." La noche se organizó para que fuera lo más parecida posible a la noche de aquel jueves de 1964 cuando la película de Vittorio De Sica llegó al Festival Theater de Manhattan. En aquella época los estrenos se esperaban y venían seguidos de un after party donde la gente esperaba a que el respetado y temido crítico del New York Times Bosley Crowther escribiera la crítica que marcaría el destino de la película.
"Cuando era joven, las películas no sólo se veían, se celebraban. Soñábamos con la llegada de lo nuevo de Fellini y Antonioni. Nueva York abrazaba a todo lo que venía de Europa. Daba gusto estar vivo y con los órganos vitales en buen estado para aguantar tanto alcohol. No entiendo cómo hoy esta sala de cine maravillosa está llena de viejos. Nosotros ya hemos visto todo ese cine."
Anoche también hubo fiesta. Amenizada por el jazz en directo de John Pizzarelli, vinos de La Toscana, y comida, pero sin críticos. Y yo, por cierto, tampoco entiendo por qué era la más joven en esa sala de cine.
Entiendo yo lo que quieres decir, a la vez pienso, aunque en algunos puntos tarde en llegar, siempre hay una nueva generación y tal vez en algún nuevo acto te encuentres que eres la mayor.
ResponderEliminarLa vida sigue y mira para adelante sin perder la vista atrás.
Generación Justin Beeber!
ResponderEliminarHace unos meses, la Alhóndiga de Bilbao programó un ciclo sobre Samuel Fuller y yo ¡el más joven de los que acudieron con asiduidad! Y tengo 10 añitos más que tú...
EliminarNo quiero resultar pesado pero en Basauri, cerca de Bilbao, se programa cine en versión original todos los jueves y el público que acude, escaso, supera de media los 50 años. Es una realidad, difícil de entender y más aún de explicar. Por lo menos yo no tengo las claves.
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