Anoche me volvieron a recordar por qué decidí quedarme a vivir en Nueva York . Me lo recordó un chico que se dejó el sombrero en el tren y a quien tuve que perseguir por Grand Central hasta alcanzarle en la calle 43. Y estaba él, Keith Jarrett, en una noche fria y densa como si pudiera cortarse con un cuchillo.
Ayer tuve el privilegio de escuchar a Keith Jarrett en Carnegie Hall. Para mí es un genio inabarcable. ¿Qué me importa que le crispen los nervios los tosidos del público o que pierda los papeles cuando se disparan los flashes de las cámaras? Jackson Pollock era mucho más engreído y no dejo de ir a ver sus obras si voy al Museo de Arte Moderno. Por cierto, el programa de mano que nos dieron ayer al entrar venía acompañado de dos caramelos Ricola. Una anécdota.
A mí me gustán los contadores de historias y Jarrett es uno de mis favoritos. Anoche se pasó casi dos horas contándonos, a su manera, y es que, para improvisar como él lo hace primero hay que tener cosas interesantes que contar. Con esa expresión característica suya, concentrada y absorta en lo invisible, nos regaló una noche inolvidable. Encorvado sobre el piano, se tomó libertades y jugó con giros de ritmo, creando algo verdaderamente auténtico. Me pareció extravagante y delicado.
Se guardó los standards para los bises. Con sus versión de los clásicos de Cole Porter “Miss Otis Regrets”, y de Nat King Cole “Nature Boy” nos trasladó al paraiso. Yo personalmente no me pude ni levantar del asiento para aplaudir. An finalizar “It’s a Lonesome Old Town” Tony Bennett le lanzó una mirada y Jarrett respondió con una sonrisa.
Por cierto, el concierto lo grabaron. Os aviso para que estéis atentos...
Grand Central, Calle 43, Carnegie Hall, Cole Porter, Nat King Cole, Tony Bennett...¡Qué suerte tienes!
ResponderEliminarNagusia Kalea, Social Antzokia, Desmon, Txutxi, El Fugitivo...Qué suerte tienes tú!
ResponderEliminarSe agradece el aviso de los que somos seguidores del amigo Jarrett.
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